El biogás es un gas combustible con alto contenido energético que se genera en forma natural a partir de la descomposición anaeróbica, en ausencia de oxigeno, de la materia orgánica. Esta descomposición es llevada a cabo mediante la acción de microorganismos, además de otros factores que afectan el volumen de producción. Con el fin de hacer más eficiente este proceso, este se realiza en biodigestores especialmente diseñados donde es posible controlar la presión y la temperatura, con el fin de optimizar lo producción de biogás y también poder aumentar su calidad.
El producto resultante es una mezcla compuesta, básicamente por metano (CH4) en una proporción que oscila entre un 50 y un 70% en volumen, y dióxido de carbono (CO2), conteniendo pequeñas proporciones de otros gases como hidrógeno (H2), nitrógeno (N2), oxígeno (O2) y sulfuro de hidrógeno (H2S).
El biogás con 70% de metano y 30% de CO2, tiene como promedio un poder calorífico de unas 6.000 kilocalorías por metro cúbico (kcal/m³).
Este gas se puede utilizar como combustible para generar electricidad y calor mediante turbinas o plantas generadoras a gas con sistemas de cogeneración, y también como combustible en hornos, estufas, secadores, calderas u otros sistemas de combustión a gas, debidamente adaptados para tal efecto.